La Enseñanza de Don Juan Matus fue descrita en detalle por un norte americano: Carlos Castañeda, nuestro contemporáneo de Los Ángeles. Sus libros, que nosotros conocemos, fueron publicados durante el período entre 1966 y 1987. También existe el libro de D. C. Noel «Visitando a Castañeda», el cual contie- ne entrevistas con él.
Inmediatamente debe destacarse que en sus libros Castañeda describe el período de su relación con Don Juan, que duró aproximadamente tres décadas. Duran- te este período no solamente fue Castañeda quien avanzó en su desarrollo, sino también Don Juan. Es decir, al leer los libros de Castañeda uno puede ver también la búsqueda espiritual de Don Juan desde la más temprana, que no estuvo libre de errores, hasta la más avanzada. Por eso, el concepto espiritual de la Es- cuela debe ser evaluado basándose no por lo que Don Juan habló e hizo en el transcurso de estas décadas, sino por lo que él logró al finalizar su vida terrenal.
El futuro autor de bestsellers acerca de la Escuela
de Don Juan Matus, Carlos Castañeda, estaba termi- nando la Universidad en los Estados Unidos, titulán- dose en antropología. Él tenía que recolectar material para su tesis, por lo tanto fue a México con el fin de estudiar la experiencia de los aborígenes de allí en el uso de plantas medicinales. A su llegada a México, en su automóvil, comenzó a buscar personas competen- tes en aquella materia. Fue presentado a un indígena cuyo nombre era Juan Matus quien acordó en propor-
cionar a Castañeda los datos que él necesitaba sin car- go alguno.
Así se conocieron y su trabajo en conjunto comen- zó. Con el tiempo Castañeda descubrió que Don Juan poseía no sólo el conocimiento acerca de las cualida- des de las plantas, sino también el del arte antiguo de la brujería de los indios Toltecas. Es más, Don Juan resultó ser un brujo él mismo. Por primera vez en su vida, Castañeda se encontraba con cosas que estaban absolutamente más allá del ámbito de sus nociones profanas y religiosas. Por ejemplo, resultó que las la- gartijas se mostraban capaces de hablar con voz humana, que las personas podían volar en sus cuerpos y extraer varias cosas «de la nada», y así sucesivamen- te. Castañeda se encontró cautivado por todo esto y también crecientemente interesado, como científico, en esta área del conocimiento, nueva para él.
Una vez Don Juan invitó a Castañeda a una reu- nión donde sus miembros estaban consumiendo subs- tancias alucinógenas hechas por ellos mismos. Casta- ñeda las probó también. Y entonces ocurrió algo que por primera vez hizo que Don Juan viera a Castañeda como un discípulo potencial serio.
Don Juan era un místico y percibía al mundo en- tero de un modo místico. En particular, él atribuía gran importancia a las así llamadas «señales» que ve- nían a él desde «la otra realidad».
Lo que sucedió fue que Castañeda, después de
tragarse unos pocos bocados de peyote, comenzó a ju- gar un extraño juego con el perro. Ellos comenzaron a orinarse uno al otro. Fue la conducta del perro, la cual era absolutamente inusual para un perro, la que tuvo
importancia allí. Esto fue interpretado por Don Juan como una señal de Dios (a Quien se llamaba con la palabra «Poder» en esta Escuela) indicando la impor- tancia de un discípulo no indígena para la Escuela. Desde aquel momento Castañeda se transformó en un verdadero miembro del partido (es decir, del grupo) de los discípulos de Don Juan. Y Don Juan comenzó gradualmente a iniciarlo en los conocimientos secre- tos de su Escuela.
¿Cuál era la visión conceptual de la Escuela?
El mundo entero consiste en dos mundos «parale-
los», el primero se llama «el tonal» (es decir, el mundo de las cosas materiales), el segundo, «el nagual» (el mundo no material).
Nosotros nos comunicamos con el mundo material a través de la así llamada «primera atención», es decir, la atención que se realiza por medio de los órganos del sentido del cuerpo físico.
Para llegar a ser capaz de conocer el nagual, hay que desarrollar «la segunda atención», es decir, la cla- rividencia.
También existe «la tercera atención», por medio
de la cual uno alcanza al Creador y a Su Manifesta- ción, acerca de la cual Don Juan hablaba como acerca del «Fuego».
Según la mitología compartida por los predeceso- res de Don Juan, el mundo está gobernado por la di- vina Águila universal. Esta era su noción de Dios. Aunque, sin embargo, parece fantástica, es monoteís- ta.
Esta Águila se alimenta de las almas humanas que dejan sus cuerpos físicos. Pero el Águila también con-
fiere la oportunidad a algunas personas de «pasar» su pico después de la muerte y obtener la inmortalidad, a condición de que durante sus vidas en los cuerpos ellos adquirieran habilidades necesarias, desarrolla- ran conciencia al nivel debido, acumularan el poder necesario.
Este concepto contenía un elemento atemorizante, el cual forzaba a una persona a hacer esfuerzos para auto-perfeccionamiento. Pero Don Juan, así como Je- sús, se opuso tenazmente a esta actitud hacia Dios ba- sada en el temor. Él decía que hay que ir al encuentro con Dios por «el sendero del corazón», es decir, por el sendero del amor. Es interesante que Don Juan haya llegado a esta comprensión independientemente de la influencia de otras tradiciones espirituales. Él no es- taba familiarizado con la Enseñanza de Krishna ni con la de Jesús el Cristo, ni alguna vez ha leído libros su- fíes o taoístas. Es evidente que él no leía el Nuevo Testamento, de otro modo con seguridad lo hubiera citado.
Uno que se decidiera reclamar la inmortalidad, primero, debe llegar a ser un «cazador» espiritual. Pe- ro no ese cazador que mata a la presa, sino el del co- nocimiento, que camina por «el sendero del corazón», es decir, que cuida, ama a la Tierra así como a los se- res que viven en ella.
Habiendo pasado la etapa de «cazador», él puede después llegar a ser un «guerrero», es decir, el que
«rastrea» el Poder (Dios), esforzándose por «colarse» a
Él y conocerlo.
A menudo Don Juan enseñaba a Castañeda y a otros sus discípulos durante caminatas en el desierto
y en las montañas: en las condiciones naturales de contacto directo con el mundo multiforme que nos rodea.
Por ejemplo, una vez ellos cazaron a un conejo salvaje. Don Juan sabía que este conejo ya no debería vivir más en la Tierra según su destino. Y él sugirió que Castañeda lo matara con sus propias manos. Cas- tañeda exclamó: «¡Yo no puedo hacerlo!» Don Juan objetó: «¡Pero tú habías matado animales antes!» Y Castañeda respondió: «Pero yo los he matado con mi rifle, desde cierta distancia, sin verlos morir…»
Castañeda rehusó matar, por primera vez re- flexionó en su derecho ético para hacerlo, en los su- frimientos de una criatura al ser muerta.
Pero el conejo, a pesar de todo, murió por sí solo en seguida ante los ojos de Castañeda, porque el tiempo de su permanencia en la Tierra realmente se había terminado.
O una vez Don Juan y Castañeda caminaban por la calle y vieron a un caracol cruzando el camino. Y en el acto Don Juan empezó a explicar, usando este ejemplo, la filosofía de la participación de una perso- na en los destinos de otras criaturas.
De este modo Castañeda, que al principio estaba muy orgulloso por ser una persona erudita y civiliza- da, llegó a estar más y más convencido de que la ver- dadera sabiduría no le pertenece a él, sino al anciano indígena, un gran Maestro espiritual, que vivía una vida de un cazador y un guerrero en armonía con el mundo natural que lo rodea.
Después de que los discípulos hubiesen domina- do las bases de la ética y de la sabiduría, Don Juan procedía a enseñarles los métodos psicoenergéticos.
Debe destacarse que solamente un número muy limitado de estudiantes eran reclutados en la Escuela de Don Juan. El criterio de selección era el tener des- arrolladas las estructuras energéticas del organismo (los chakras). Por supuesto, los indígenas no sabían tales palabras como los chakras o dantyans. Pero ellos hablaban de los segmentos en el «capullo» energético del hombre. Y solamente los discípulos con chakras desarrollados eran considerados perspectivos para so- portar el camino de cazador y guerrero.
Por lo tanto, los discípulos enrolados en la Escuela ya tenían una gran «reserva» del trabajo psicoenergé- tico, adquirida, incluso, en sus vidas anteriores en la Tierra. Es decir, estaban listos psicoenergéticamente para un trabajo serio.
Esto permitió empezar entrenamiento psicoener- gético no con la limpieza y el desarrollo de los meri- dianos y los chakras, sino inmediatamente con el de- sarrollo de la estructura principal de poder en el or- ganismo: hara (el dantyan inferior).
Después del trabajo con el hara, seguía la etapa de la división del «capullo» en dos partes, las que se lla- maban «las burbujas de percepción» superior e infe- rior. ¿Por qué las «burbujas»? Porque estas partes del
«capullo», vistas por medio de la clarividencia, se pa-
recen a la vejiga natatoria de algunos peces. ¿Por qué
«de percepción»? Porque uno puede percibir el tonal y el nagual desde éstos, respectivamente.
La división del «capullo» en dos «burbujas de percepción» fue considerada como un paso importan- te para realizar etapas posteriores de auto-perfección psicoenergética. Y uno tenía que dominar concentra- ción de la conciencia en ambos «polos» del «capullo» dividido.
Después se realizaba el trabajo para desarrollar la
«burbuja» inferior. Pero sólo se comenzaba después de que la conciencia había sido propiamente refinada, o, como se decían en la Escuela de Don Juan, después de limpiar la luminosidad del «capullo».
Es decir, como en todas otras Escuelas espirituales avanzadas, las técnicas del refinamiento de la con- ciencia precedían al proceso de su «cristalización». Sin embargo, Castañeda no describe métodos de la
«limpieza de la luminosidad» excepto uno, el cual puede considerarse más bien como un chiste, este es inhalar el humo de la hoguera.
Debido al refinamiento de la conciencia y al tra- bajo con la «burbuja de la percepción» inferior, los discípulos lograron el estado de Nirvana (aunque ellos no estaban familiarizados con este término). Primero, ellos dominaron la variante estática del Nir- vana en el Brahman, y después, la variante dinámica.
Una vez Don Juan dio una palmada a Castañeda en la espalda (él usaba a menudo esta técnica para cambiar «el punto de encaje», es decir, la zona de la distribución de la conciencia del discípulo), y Casta- ñeda, preparado para esto por medio de los ejercicios precedentes, entró en la variante estática del Nirvana, en uno de los estados Brahmanicos. En ese momento él por primera vez experimentó un estado de paz pro-
funda, por primera vez percibió a Dios, conoció que
Dios es en realidad Amor.
Pero repentinamente oyó la voz de Don Juan que le decía que este estado era, aunque bello, no el tal al cual él tenía que aspirar ahora. ¡Tienes que ir más allá! No pienses que éste es el límite de tus habilida- des… Con estas palabras Don Juan instó a Castañeda, quien había conocido la beatitud suprema del Nirva- na, a no «quedarse atado» a aquello, sino que a seguir más allá. Al principio, Castañeda se ofendió y se en- fadó a Don Juan, pero él fue inflexible: ¡tienes que ir más allá!
¿Y qué es más allá? Más allá es el aspecto dinámi- co del Nirvana cuando la conciencia «cristalizada» ac- túa activamente en los eones sutiles. En este estado uno puede tocar con la conciencia cualquier ser dentro de los límites de la Tierra y alrededor de ella, todo lo que se necesita es solamente tener información sobre este ser.
Después los discípulos en la Escuela de Juan Ma- tus dominaron el estado del Nirodhi, conocido en to- das las Escuelas desarrolladas del buddhi yoga. Este estado Don Juan describió en los términos endémicos, específicos para su Escuela. Se trataba de «la fuerza rodante» o «la tumbadora». A los discípulos se expli- caba que existen ondas de energía que constantemen- te ruedan hacia todas las criaturas vivientes y de las cuales estamos protegidos por nuestros «capullos», y que existe la posibilidad de usar el poder de estas on- das para transferirse a los mundos desconocidos. Es- tos mundos desconocidos son otras dimensiones es- paciales. Para que esto suceda, uno tenía que dejar
que las ondas inundaran el «capullo». Entonces uno se convertía en «nada», su «yo» desaparecía.
Y solamente después de alcanzar el estado de la desaparición en el Brahman llegaba la posibilidad de conocer a Ishvara y desaparecer para siempre en Él, habiendo conquistado de esta manera la muerte de uno. Es decir, como Don Juan lo entendió, no había que «pasar» por el pico de la Águila, sino que, al con- trario, entrar en el Dios-Poder universal.
Prestamos atención que con la ayuda del Fuego es posible lograr la desmaterialización del cuerpo físico. Lo que Don Juan y sus compañeros hicieron.
Así, hemos considerado las etapas principales del trabajo en la Escuela del buddhi yoga de Don Juan Matus. Éstas son comunes para todas las Escuelas del buddhi yoga, independientemente donde en la super- ficie de la Tierra estas Escuelas se localizan, si se co- nectan entre sí o no, así como los cuales idiomas y terminas se usan allí. Esto es así debido al hecho que según las mismas leyes Dios guía a las personas que han consagrado sus vidas a Él y tuvieron éxito en esto.
Y ahora, examinamos en más detalle los métodos
específicos del trabajo en la Escuela de Juan Matus, los que fueron descritos por Castaneda y los que po- demos aplicar a nosotros.
Ellos pueden ser divididos en dos grupos: prepa- ratorios y principales.
El primero de los métodos preparatorios es la
«reexaminación». En esencia, esto es igual que el arrepentimiento que existe en todo las religiones principales. Los discípulos, principalmente estando en un retiro que duraba varios días, tenían que recor-
dar todos los errores que habían hecho en sus vidas, y revivir esas situaciones nuevamente, pero esta vez de forma correcta. Para que los discípulos tengan más
«interés personal» en este trabajo muy duro, se les de- cía que durante la «reexaminación» recobrarían la energía malgastada durante sus reacciones emociona- les incorrectas. La calidad del trabajo penitencial no se deterioró debido a esta treta, porque su meta prin- cipal —dominar las formas éticamente correctas de reaccionar y aprender a no pecar— se lograba con los esfuerzos debidos.
También había que destruir «el sentimiento de la importancia de uno mismo» y «el sentimiento de la auto-compasión», como las cualidades que producen tremenda pérdida de la energía de la persona. Pues, si uno se siente tan importante, y alguien atenta contra esta importancia con su actitud irrespetuosa, uno re- acciona con la descarga emocional del resentimiento y cólera y así sucesivamente. En este proceso la energía del organismo se malgasta intensamente.
He aquí un hecho interesante e instructivo de la biografía de Castañeda: aunque él se volvió un millo- nario después de publicar sus libros, y podía llevar una vida libre de las limitaciones materiales, a pesar de esto, cuando su estudio en la Escuela de Don Juan llegó a su fin, él y su compañera más íntima, la Gorda, se contrataron bajo los nombres de otras personas como sirvientes en la casa de un hombre rico y sufrie- ron humillaciones desde la rudeza hasta la alevosía de otros sirvientes. Castañeda y la Gorda acudieron a es- to para destruir completamente «el sentimiento de propia importancia», para borrar de su memoria su
propia «historia personal» y para lograr la humildad. Pues, todo lo que pasa con un guerrero en el mundo físico, como Castañeda lo puso, no importa; la única cosa que importa es el estado de la conciencia.
¡De hecho, esto es de ninguna importancia compa-
rado con la Meta Suprema! Y lo que es de mayor im- portancia es la habilidad de ser «nada», la habilidad de no protegerse cuando alguien es injusto conmigo, sino de estar protegido, como lo enseñaba Don Juan. Y el estado de estar protegido viene siempre y cuando
«yo no existo », existe sólo Dios.
Uno de los elementos preparatorios más esencia- les del trabajo en la Escuela de Don Juan Matus era
«la limpieza del tonal» que corresponde a la obser- vancia del aparigraha en la ética del yoga hindú.
Nosotros ya hemos discutido la habilidad sabia de Don Juan de explicar la mayoría de las materias filo- sóficas complicadas de una manera fácil para enten- der, usando ejemplos de la vida cotidiana. Esta vez él hizo lo mismo, explicando este principio a sus discí- pulos.
Habiéndolos congregado, Don Juan tomó un saco
y puso adentro un radio, una grabadora y varias otras cosas que encontró en la casa de uno de ellos. Des- pués puso el saco en la espalda de ese hombre, puso una mesa en la espalda de otro discípulo y los llevó a las montañas. En medio del valle les dijo que bajaran la mesa, y vació el contenido del saco encima de ésta. Entonces les llevó a un lado y les pedio que dijeran qué están viendo.
Ellos dijeron que estaban viendo un aparato de radio y así sucesivamente.
Entonces Don Juan se acercó a la mesa y empujó todas las cosas fuera de ésta. «Echen otra mirada y di- gan ¿qué ven ahora?» Sólo entonces los discípulos en- tendieron a Don Juan: él quería que ellos vieran no sólo las cosas en la mesa, sino la mesa misma, y más aún, el espacio alrededor y debajo de la mesa. Pero las cosas en la mesa atrajeron su atención y les impidió hacerlo.
De esta manera Don Juan mostró a sus discípulos que para conocer el nagual, y luego a Dios, uno tiene que limpiar el tonal alrededor de uno mismo.
Quizás, sea apropiado recordar el ejemplo de ob- servancia del mismo principio en la historia del cris- tianismo: algunos monjes, aparte de los libros y los íconos, dejaban en sus celdas sólo los ataúdes, en los que dormían, para acordarse constantemente de su in- evitable muerte, que insta a aquellos que se acuerdan de ella a intensificar sus esfuerzos espirituales.
También Don Juan enseñó a destruir los patrones rígidos de la vida material, por ejemplo, la observan- cia estricta del régimen del día. ¿Con qué propósito? Para lograr libertad. La destrucción de los patrones irrazonables de conducta, pensamiento y reacción, in- culcados en el proceso de educación por tradiciones y moralidad, debe dar como resultado «la pérdida de la forma humana», es decir, el estado cuando una perso- na aprende a actuar no según sus reflejos o porque es una costumbre, sino de acuerdo con la conveniencia objetiva. «La pérdida de la forma humana» no es una acción mecánica a corto plazo, como algunos discípu- los de Don Juan fantaseaban, sino es un proceso pro- longado, que acompaña la aproximación gradual del
hombre a Dios. Este proceso termina cuando el bus- cador aprende a ver todas las situaciones con los ojos del Creador.
Pero lograr «la pérdida de la forma humana» no significa en lo más mínimo que una persona empiece a comportarse «no como todos los demás» en la socie- dad. Pues, primeramente, los conflictos inevitables con otras personas le impedirían cumplir su deber principal. En segundo lugar, la conducta que es «desa- fiante» en forma, resulta ser una violación de la ley principal de la ética objetiva: no hacer daño a otros seres. Por eso, a los discípulos se les prescribía obser- var las normas convencionales de la conducta, a veces ridiculizándolas en secreto, jugando en el tan llamado
«desatino controlado».
Para ilustrarlo, una vez Don Juan dejó pasmado a Castañeda cuando se quitó su vestimenta usual indí- gena y se puso un traje inmaculado europeo durante su viaje al pueblo.
En relación con esto, Don Juan también enseñó a sus discípulos a hablar con las personas en el idioma que ellas pudieran entender. Así, una vez él y Casta- ñeda estaban sentados en una banca cerca de un tem- plo y vieron como dos señoras, no muy ancianas, des- pués de salir de la iglesia vacilaban demasiado para descender unos pocos peldaños. Entonces Don Juan brincó elegantemente hasta ellas, les ayudó a bajar, y les aconsejó que en caso de que en algún momento en el futuro se cayeran, ¡no deberían moverse por ningún motivo hasta que llegara el doctor! Las señoras agra- decieron sinceramente este breve consejo.
El próximo método esencial es recordar la propia muerte.
Hoy la mayoría de las personas es acostumbrada a ahuyentar los pensamientos de su muerte. E incluso cuando nos encontramos con los hechos del falleci- miento de otras personas por ningún modo queremos imaginarnos estar en su lugar. Nos convencemos que aun cuando esto va a pasar, todavía queda mucho tiempo por delante.
Y si cada uno de nosotros se pregunta ahora:
«¿Cuándo me moriré yo?», las fechas serán muy leja-
nas, aunque teóricamente todos sabemos que las per- sonas mueren a cualquier edad.
Y Don Juan propuso imaginar que nuestra muerte personificada siempre está a nuestro lado. Y si uno mira atrás rápidamente sobre el hombro izquierdo, puede verla como una sombra que apareció. «Por el momento, la muerte está sentada al lado en la misma estera, esperando un error tuyo», dijo a Castañeda. Y nadie es consciente del momento en el que va a morir, por eso, no debemos tener ningún asunto sin terminar en nuestras vidas.
Lo que sigue es lo que Don Juan dijo sobre la muerte.
«¿Cómo puede uno darse tanta importancia sa- biendo que la muerte nos está acechando?
Cuando estás impaciente, lo que debes hacer es pedir consejo a tu muerte. ¡Una inmensa cantidad de mezquindades se pierde con sólo que tu muerte te haga un gesto, o alcances a echarle un vistazo, o nada más con que tengas la sensación de que tu compañera está allí vigilándote!
¡La muerte es la consejera sabia que tenemos…!
¡Tienes que pedir consejo a la muerte y dejar maldito mezquindad de los hombres que viven sus vidas co- mo si la muerte nunca los fuera a tocar!
¡…Si no te acuerdas de tu muerte, tu vida entera
no será sino un caos personal!
(El guerrero) sabe que la muerta le apura y no le permite pegarse a algo… Y así, con la conciencia de su muerte… y con el poder de sus decisiones, un guerre- ro arma su vida en forma estratégica;… y lo que él es- coge es siempre estratégicamente lo mejor; así cumple todo con gusto y con eficiencia lujuriosa.
La vida, para un guerrero, es un ejercicio de estra- tegia.
Si no se tiene en cuenta a la muerte, todo es ordi- nario, trivial. Sólo porque la muerte nos anda al ace- cho el mundo es un misterio sin principio ni fin.
Te queda muy poco tiempo, y ninguno para idio- teces. ¡Espléndido estado! Yo diría que lo mejor de nosotros siempre sale a flote cuando estamos de es- paldas contra la pared, cuando sentimos que la espada se cierne sobre la cabeza. En lo personal, yo prefiero ese estado y no viviría de ningún otro modo».
Otro aspecto muy esencial del trabajo con sus dis- cípulos era el dominar «la pausa mental» o, en otras palabras, la detención del «diálogo interno» (el primer término es preferible considerando que además de los
«diálogos internos» existen también los «monólogos
internos»).
Éste es un requisito previo —completamente ne- cesario— para dominar el nagual. Porque el nagual se domina por medio de la meditación, y la meditación,
como Osho lo dijo muy bien, es el estado de «no men- te». Es decir, para aprender a sumergir la conciencia en el nagual, uno tiene que aprender a detener, a apa- gar la mente por cierto tiempo.
Con el propósito de lograr «la pausa mental» Don
Juan empleó las siguientes técnicas:
1. Substancias psicodélicas. Pero debe destacarse que, en primer lugar, Don Juan usó este método sólo al mismo principio de su trabajo en conjunto y des- pués lo dejó. Y en segundo lugar, aunque Castañeda estaba inmensamente agradecido a Don Juan por todo lo que le había hecho, su hígado todavía estaba mar- cado con cicatrices. Por lo tanto, no hay que seguir de ningún modo este ejemplo, conociendo que existen otros, más eficaces y menos dañinos medios, de do- minar «la pausa mental» a nuestra disposición.
2. «El mirar fijamente». Uno tenía que mirar algún
objeto durante un largo tiempo y de manera fija, por ejemplo, a un barranco, agua fluida y así sucesiva- mente. Como resultado, «la primera atención» se ago- taba y se desconectaba para dejar espacio para «la se- gunda atención».
3. La suspensión prolongada del cuerpo en las construcciones tipo columpio.
El entrenamiento anteriormente expresado tenía como resultado el logro del estado que en el yoga chi- no se llama «wu-wei», «la no acción», es decir, «la no acción» en el plano físico, cuando la mente de uno (manas en sánscrito) se detiene y surge la oportunidad para la meditación dirigida, para la actividad de la conciencia (buddhi en sánscrito). Pues, manas y buddhi son antagónicos: no pueden actuar simultá-
neamente, en el mismo tiempo opera sólo una de las dos. (Eso no significa que una persona sin cuerpo o en un estado de meditación pierde la razón. No. La con- ciencia «cristalizada» desarrollada piensa. Pero lo hace de otra manera, no de la manera mundana).
Otra técnica excepcional, la que fue desarrollada en esta Escuela por los predecesores de Don Juan, es la interacción intencional con las personas-tiranas. Es- ta técnica era empleada para pulir «la impecabilidad del guerrero», es decir, la habilidad de seguir princi- pios éticos y mantener la estrategia de la conducta ob- jetivamente válida en las situaciones de emergencia. En algún tiempo, en el pasado, el propio Don Juan fue enviado por su maestro a un feroz inspector-tirano pa- ra semejante entrenamiento. Se consideraba que aquellos eran muy raros en México y encontrar a uno era considerado como gran suerte para los guerreros.
Ahora enumeramos los métodos del trabajo psi- coenergético usados en la Escuela de Don Juan:
1. Limpieza de la luminosidad interna (es decir, el refinamiento de la conciencia).
2. El uso de «los sitios (lugares) de poder», los lu-
gares que son energéticamente significativos para las personas, en particular, para dominar unas u otras meditaciones.
3. «El ensueño». A lo que se le dio mucha atención en el trabajo de la Escuela. ¿Qué es esto? Muchas per- sonas, que han leído los libros de Castañeda, han in- tentado usar su sueño nocturno para este propósito, y sin éxito. No, ésta no es la manera como se debe hacer.
«El ensueño» es el sinónimo de la palabra «medita- ción». Debido a que los indígenas centroamericanos
normalmente no son tan familiares con los términos comúnmente aceptados en otros países, ellos tuvieron que encontrar sus propias palabras para denotar algu- nas técnicas claves, fenómenos y objetos de la práctica espiritual. Así nació el término «ensoñar», debido a que las imágenes meditativas a veces tienen realmen- te similitud con las imágenes que uno ve en los sue- ños.
El entrenamiento especial en el «ensueño» permi- tió a los discípulos, separándose del cuerpo, correr sobre las paredes, subir a lo largo de los rayos de energía («las líneas del mundo») y así sucesivamente.
4. El dominio de la actuación (conducta) correcta en las situaciones mágicas extremas, creadas por el preceptor deliberadamente. Para este propósito, fue- ron usados vicios éticos de los discípulos. Por ejem- plo, cuando un discípulo todavía tenía la inclinación a atacar egoístamente a otras personas, le sugerían que participara en una lucha de magia (donde perdería se- gún la intención del preceptor), que resultaba benefi- ciosa para todos sus participantes.
5. La técnica de cambiar «el punto de encaje» de-
bido al impacto energético del preceptor (esto se lla- mó «la palmada del nagual»; el término «nagual» te- nía otro significado en este caso: un líder que ha do- minado el nagual y es capaz de actuar en éste y por medio de éste).
6. La práctica de la nivelación meditativa de «las
emanaciones» energéticas dentro del «capullo» con
«las emanaciones» exteriores de las dimensiones es- paciales más altas.
7. El trabajo con el hara. Tenía como objetivo el desarrollar el aspecto de poder.
8. El empleo de «los aliados» (es decir, de los espí- ritus). Esto se hizo en dos variantes. El primero es «el amansamiento» de los espíritus que tenían, según el plan, convertirse en los ayudantes y protectores de un brujo. Ambos Don Juan y su amigo Genaro tenían ta- les «aliados» al principio de su búsqueda espiritual.
Pero todos deben ser advertidos que esto es una práctica errónea y peligrosa, la cual de ninguna mane- ra uno debe tratar de imitar. A propósito, tanto Don Juan como Genaro la dejaron después.
La otra variante del trabajo con los «aliados» con- sistía en cazarlos. No sorprende que tal tendencia fue- se creada por indígenas que vivían en una comunión constante con la naturaleza.
Así que, a los discípulos se les dijo que en algún
momento se encontraran con seguridad con algún
«aliado» en la forma humana masculina que los desa- fiaría a un combate. Uno puede perder en este comba- te abriéndole la puerta al miedo, pero también es po- sible ganar. En el último caso el guerrero adquiere el poder de ese espíritu.
Y los discípulos se preparaban para semejante lu- cha, que podría tener lugar en cualquier momento, desarrollando la vigilancia (prontitud) y otras cuali- dades necesarias para los guerreros.
A base de este juego educativo, los discípulos rea-
lizaron, en particular, el trabajo para desarrollar «la burbuja inferior de percepción».
Para resumir lo antedicho, señalaremos aspectos esenciales de esta Enseñanza, excepcionalmente rica de los elementos teóricos y prácticos muy valiosos.
Don Juan señaló tres secciones: a) el arte del ace- cho b) el arte del intento y c) el arte de la conciencia.
En la historia de la tradición espiritual indígena el arte del acecho inicialmente consistió en la habilidad de pasar, colarte entre las personas que no te entien- den (es decir, las personas de las etapas más tempra- nas de psicogénesis) y lograr tu Meta.
Pero después, debido, en particular, a la contribu-
ción personal de Don Juan, esta tendencia fue exten- dida considerablemente hasta incluir también el ace- cho de los propios vicios de uno. Nosotros hemos dis- cutido esto bastante. Permítanme sólo repetir una fórmula excelente, dada por Don Juan: Dios (en su lenguaje, el Poder) nos da según nuestra impecabili- dad. Es decir, Dios nos da la oportunidad de acercar- nos a Él, de sumergirnos en la felicidad del creciente Unión con Él a medida que nos perfeccionamos éti- camente.
La segunda sección es el arte del intento. «Inten-
ción» es lo mismo que la «aspiración» a la Meta Su- prema. El verdadero guerrero, en el sentido de la pa- labra de Don Juan, es una persona con la «intención» correctamente desarrollada.
La tercera sección es el arte de la conciencia, que es el buddhi yoga.
Así que, hemos visto una vez más que Dios guía a todas las personas, que han logrado un cierto nivel de madurez en su psicogénesis, usando el modelo meto- dológico unificado, independientemente del país y de
la cultura religiosa en la que ellas viven. Debemos es- tudiar estos principios y tendencias y aplicarlos a no- sotros mismos y a las personas que nos siguen.
Y ahora estudiamos las citas más importantes de los libros de Carlos Castaneda.
Las Enseñanzas de Don Juan.
Una Forma Yaqui de
Conocimiento1
Cuando un hombre empieza a aprender, nunca sa- be lo que va a encontrar. Su propósito es indetermina- do; su intención no es dirigida. Espera recompensas que nunca llegarán, pues no sabe nada de las dificul- tades del aprendizaje.
Empieza a aprender así, poquito a poquito al co- mienzo, luego más y más… Lo que se aprende no es nunca lo que él imaginaría. Y así se comienza a tener miedo. El aprendizaje no es nunca lo que uno se espe- ra. Su propósito está… en el otro lado de un campo de batalla. Y así ha tropezado con el primero de sus ene- migos: ¡con el miedo!… Y si el hombre, aterrado en su presencia, echa a correr, su enemigo habrá puesto fin a su búsqueda…
1 Este y otros libros de Carlos Castañeda son citados usando las
traducciones de Vasyliy Maximov.
Si uno, aun está lleno de miedo, no se detiene, lle- ga un momento en que su primer enemigo se retira. El hombre empieza a sentirse seguro de sí… Una vez que un hombre ha conquistado el miedo, está libre de él por el resto de su vida, porque a cambio del miedo ha adquirido la claridad: una claridad de mente que borra el miedo.
Para entonces, un hombre conoce sus deseos; sabe cómo satisfacer esos deseos. Puede prever los nuevos pasos del aprendizaje, y una claridad nítida de mente lo refleja todo. El hombre siente que nada está oculto. Y así ha encontrado a su segundo enemigo: ¡la claridad!
Esa claridad de mente, tan difícil de obtener, dis- persa el miedo, pero también ciega. Fuerza al hombre a no dudar nunca de sí. Si el hombre se rinde a esa ilu- sión de poder, ha sucumbido a su segundo enemigo y será torpe para aprender… Él puede volverse un gue- rrero impetuoso, o un payaso… pero ya no aprenderá ni ansiará nada.
(Si él vence este enemigo), sabrá entonces que el poder, tanto tiempo perseguido, es suyo por fin. Su de- seo es la regla. Él ve claro todo alrededor. Pero también ha tropezado con su tercer enemigo: ¡el poder! Un hombre en esta etapa apenas advierte que su tercer enemigo se cierne sobre él. Y de pronto, sin saber, habrá sin duda perdido la batalla. Su enemigo lo habrá transformado en un hombre cruel, caprichoso.
Un hombre, vencido por el poder, muere sin saber realmente cómo manejarlo. El poder es sólo una carga en su destino.
¡Tiene que vencerlo seguramente! Tiene que llegar a darse cuenta de que el poder, que aparentemente ha conquistado, no es nunca suyo en verdad. Si puede ver que, sin control sobre sí mismo, la claridad y el poder son peores que los errores, llegará a un punto en el que sabrá cómo y cuándo usar su poder. Y así habrá venci- do a su tercer enemigo.
¡(El cuarto enemigo es) la vejez! Este enemigo es el más cruel de todos, el único al que no puede vencer por completo, pero solamente puede hacer retirarse. Este es el tiempo en que un hombre siente un deseo constante de descansar. Si se rinde por entero a su de- seo de acostarse y olvidar, si se arrulla en la fatiga, habrá perdido la última batalla, y su enemigo lo redu- cirá a una débil criatura vieja. Su deseo de retirarse vencerá toda su claridad, su poder y su conocimiento. Pero si el hombre se sacude el cansancio y vive su des- tino hasta el final, puede entonces ser llamado hombre de conocimiento, aunque sea tan sólo por eso momen- tito en que logra ahuyentar a su enemigo invencible. Eso momento de claridad, poder y conocimiento es su- ficiente.
Una Realidad Aparte. Nuevas Conversaciones con Don Juan
El poder depende de que tipo de conocimiento tú poseas. ¿Para qué saber las cosas que son inútiles?
Yo jamás me enojo con alguien. Nadie puede hacer algo tan importante para eso. Te enojas con las perso- nas cuando sientas que sus actos son importantes. Yo no siento algo similar más.
(El camino sin corazón)2 embrolla los hombres y les da sentir poder. El les da sentir que ellos pueden hacer cosas que ningún otro hombre ordinario puede hacer. Eso es su trampa. El camino sin corazón da vuel- ta y les destruye.
Hay que vivir una vida vigorosa y calmosa.
Entrar en el contacto con un aliado3 es peligroso, porque el aliado puede sacar lo peor de una persona.
El aprendizaje puede ser largo y arduo, porque es necesario reducir al mínimo todo lo superfluo.
Sentirse importante lo hace a uno muy pesado y vanidoso. Para ser hombre de conocimiento se necesita ser liviano y fluido.
…Yo sigo viviendo, porque he templado mi volun- tad a lo largo de toda mi vida, hasta hacerla impecable y completa. Y ahora no me importa lo que no tiene im- portancia. Una vez que un hombre aprende a ver4, se halla solo en el mundo, donde hay sólo estupidez.
No sé qué cosa cambiar ni por qué cambiar en mis semejantes. Tal vez algún día puedas ver a los hom- bres de otro modo, y entonces te darás cuenta de que no hay manera de cambiarles nada5.
2 Sin amor.
3 Con espíritus.
4 Logra la clarividencia.
5 Cambiar rápidamente.
Para reír necesitamos mirar con los ojos, porque só- lo cuando miramos las cosas podemos captar su filo gracioso. En cambio, cuando vemos6, todo es tan igual que nada tiene gracia. Tal vez haya hombres de cono- cimiento que nunca ríen, pero no conozco ninguno. Los que conozco ven y también miran, de modo que ríen. A mí personalmente no me gusta estar triste; por eso, cada vez que presencio algo que por lo común me entristecería, simplemente desplazo mis ojos y lo veo en lugar de mirarlo. Pero cuando encuentro algo gra- cioso, miro y me río. Soy feliz porque escojo mirar las cosas que me hacen feliz, y entonces mis ojos captan su filo gracioso y me río.
Siempre hay que escoger el camino con corazón para estar lo mejor posible, quizá para poder reír todo el tiempo.
Un hombre de conocimiento vive de actuar, no de pensar en actuar, ni de pensar qué pensará cuando termine de actuar. Un hombre de conocimiento elige un camino con corazón y lo sigue: y luego mira y se re- gocija y ríe; y luego ve y sabe. Sabe que su vida se aca- bará en un abrir y cerrar de ojos… Un hombre de cono- cimiento no tiene orgullo, ni gran posición, ni familia, ni país, sólo tiene la vida para vivir, y en tal condición su única liga con sus semejantes es su desatino contro- lado. Así, un hombre de conocimiento se esfuerza, y suda, y resuella, y si uno lo mira es como cualquier hombre común, excepto que el desatino de su vida está bajo su control. Sin pena ni cuidado de que fueran sus actos buenos o malos, o tuvieran efecto o no.
6 Con la clarividencia, es decir, con los ojos de la conciencia.
Ser victorioso y ser derrotado es igual.
Te importa demasiado amar a los demás o que te aman a ti. Un hombre de conocimiento ama, eso es to- do. Ama lo que se le antoja o a quien se le antoja, pero usa su desatino controlado para andar sin pena ni cui- dado. Es lo contrario a lo que tú haces ahora. Amar a las personas y ser amado por ellas no es todo lo que se puede hacer un hombre.
Nuestro destino como hombres es aprender. Y al conocimiento hay que ir como a la guerra… Al conoci- miento o a la guerra se va con respeto, sabiendo que se va a la guerra. Y con absoluta confianza en sí mismo. Confía en ti, no en mí.
…En la vida de un hombre de conocimiento todo está lleno hasta el borde. Para convertirse en hombre de conocimiento hay que ser un guerrero, no un niño llorón.
…Si no te acuerdas de tu muerte, tu vida entera no será sino un caos personal.
Las personas vencen o pierden y, según eso, se convierten en perseguidores o en víctimas.
Mientras (alguien) piense que fue una víctima, su vida será un infierno.
Lo que nos hace desdichados son los deseos («te- rrestres»).
Los resultados de usar la voluntad son asombrosos. Acaso lo primero que se debe hacer es saber que uno puede desarrollar la voluntad… La voluntad es algo muy claro y poderoso que dirige nuestros actos. La vo- luntad es algo que un hombre usa, por ejemplo, para
ganar una batalla que, según todos los cálculos, debe- ría perder.
El valor es otra cosa. Los hombres valientes son hombres dignos de confianza, hombres nobles peren- nemente rodeados de gente que se congrega en torno suyo y los admira. Pero muy pocos hombres valientes tienen voluntad. Por lo general, son hombres sin mie- do, dados a hacer acciones temerarias de sentido co- mún; casi siempre, un hombre valiente es también te- mible. La voluntad, en cambio, tiene que ver con tareas asombrosas que desafían nuestro sentido común. La voluntad es poder. La voluntad es lo que puede darte el triunfo cuando tus pensamientos te dicen que estás derrotado. La voluntad es lo que te hace invulnerable. La voluntad es lo que manda a un brujo a través de una pared; a través del espacio; a la luna, si él lo quiere. La voluntad es una fuerza que es la verdadera liga entre los hombres y el mundo. Lo que tú llamas voluntad es carácter y disposición fuerte. Lo que un brujo llama vo- luntad es una fuerza que viene del interior y se engan- cha con el mundo exterior. Sale por la barriga…
La aterradora naturaleza del conocimiento no le permite a uno otra alternativa que la de llegar a ser un guerrero. Ya cuando el conocimiento se convierte en algo que da miedo, el hombre también se da cuenta de que la muerte es la compañera inseparable que se sien- ta a su lado en el petate. Cada trocito de conocimiento que se vuelve poder tiene a la muerte como fuerza cen- tral. La muerte da el último toque, y lo que la muerte toca se vuelve en verdad poder.
Un hombre que sigue los caminos de la brujería se enfrenta en cada recodo con la aniquilación inminente, y sin poder evitarlo se vuelve terriblemente consciente de su muerte. Sin la conciencia de la muerte no sería más que un hombre común envuelto en actos comunes. Carecería de la potencia necesaria, de la concentración necesaria que transforman en poder mágico nuestro tiempo ordinario sobre la tierra.
De ese modo, para ser un guerrero un hombre debe estar, antes que nada y con justa razón, terriblemente consciente de su propia muerte. Pero preocuparse por la muerte forzaría a cualquiera de nosotros a enfocar su propia persona, y eso es debilitante. De modo que lo otro que uno necesita para ser guerrero es el desapego. La idea de la muerte inminente, en vez de convertirse en obsesión, se convierte en indiferencia. Debes des- pegarte de todo… Sólo la idea de la muerte da al hom- bre el desapego suficiente…
Y así, con la conciencia de su muerte, con el des- apego y con el poder de sus decisiones, un guerrero arma su vida en la forma estratégica. El conocimiento de su muerte le guía y le da desapego y lujuria callada; el poder de sus decisiones definitivas le permite esco- ger sin lamentar, y lo que él escoge es siempre estraté- gicamente lo mejor; así cumple todo con gusto y con eficiencia lujuriosa.
Cuando un hombre se porta de esa manera puede decirse con justicia que es un guerrero y que ha adqui- rido paciencia.
Su muerte se sienta junto a él en su petate, son amigos. Su muerte le aconseja, en formas misteriosas,
cómo escoger, cómo vivir estratégicamente. Y el guerre- ro espera. Yo diría que el guerrero aprende sin apuro, porque sabe que está esperando su voluntad; y un día logra hacer algo que por lo común es imposible de eje- cutar. A lo mejor ni siquiera advierte su acto extraordi- nario. Pero conforme sigue ejecutando actos impo- sibles, o siguen pasándole cosas imposibles, se da cuenta de que una especie de poder está surgiendo.
Somos hombres y nuestra suerte es aprender y ser arrojados a mundos nuevos, inconcebibles.
Ver es para hombres impecables. Templa tu espíri- tu, llega a ser un guerrero, aprende a ver, y entonces sabrás que no hay fin a los mundos nuevos para nues- tra visión.
La vida, para un guerrero, es un ejercicio de estrate-
gia.
Un guerrero… nunca está parado en el camino es-
perando las pedradas. Así corta al mínimo el chance de lo imprevisto. Lo que tú llamas accidentes son casi siempre muy fáciles de evitar, excepto para los tontos que viven por las puras.
Un guerrero nunca está ocioso ni tiene prisa.
…La muerte tiene dos etapas. La primera etapa es un oscurecimiento superficial. Pero la segunda es la verdadera etapa en que uno se encuentra con la muer- te; es… un breve momento, después de la primera os- curidad, cuando hallamos que, de algún modo, somos otra vez nosotros mismos.
Te he oído decir una y otra vez que siempre estás dispuesto a morir. No considero necesario ese senti-
miento. Me parece una entrega inútil. Un guerrero de- be estar preparado sólo para la batalla.
También te he oído decir que tus padres dañaron tu espíritu. Yo creo que el espíritu del hombre es algo que se daña muy fácilmente, aunque no con las mis- mas acciones que tú llamas dañinas. Creo que tus pa- dres sí te dañaron, haciéndote indulgente y flojo y da- do a quedarte sentado más de la cuenta.
El espíritu de un guerrero no está engranado para la entrega y la queja, ni está engranado para ganar o perder. El espíritu de un guerrero sólo está engranado para la lucha, y cada lucha es la última batalla del gue- rrero sobre la tierra. De allí que el resultado le importa muy poco. En su última batalla sobre la tierra, el gue- rrero deja fluir su espíritu libre y claro. Y mientras li- bra su batalla, sabiendo que su voluntad es impecable, el guerrero ríe y ríe.
Un guerrero trata el mundo como un interminable misterio, y lo que la gente hace como un desatino sin fin.
…Piensas y hablas demasiado. Debes dejar de hablar contigo mismo. Prácticamente mantenemos nuestro mundo con nuestra conversación interna. Cuando terminamos de hablar con nosotros mismos, el mundo es siempre como debería ser. Antes que nada debes usar tus oídos a fin de quitar a tus ojos parte de la carga. Desde que nacimos hemos estado usando los ojos para juzgar el mundo. Hablamos a los demás, y nos hablamos a nosotros mismos, acerca de lo que ve- mos. Un guerrero se da cuenta de esto y escucha el mundo; escucha los sonidos del mundo. Un guerrero se
da cuenta de que el mundo cambiará tan pronto como deje de hablarse a sí mismo y debe estar preparado pa- ra esa sacudida monumental.
El mundo es así-y-así o así-y-asá sólo porque nos decimos a nosotros mismos que esa es su forma. Si de- jamos de decirnos que el mundo es así-y-asá, el mundo deja de ser así-y-asá.
Viaje a Ixtlán.
Las Lecciones Últimos de Don
Juan
Hacernos responsables de nuestras decisiones sig- nifica estar dispuestos a morir por éstas. En un mundo donde la muerte es el cazador no hay decisiones gran- des ni pequeñas. Hay sólo decisiones que hacemos a la vista de nuestra muerte inevitable.
Si vas juntando poder en tu cuerpo, éste podrá eje- cutar hazañas increíbles.
Lo que daña el espíritu es tener siempre encima al- guien que te pegue y te diga qué hacer y qué no hacer.
…No tengo ninguna historia personal. Un día des- cubrí que la historia personal ya no me era necesaria y la dejé, igual que la borrachera. La dejé un día, cuando sentí que ya no era necesaria. Si no tienes historia per- sonal, no se necesitan explicaciones; nadie se enoja ni se desilusiona con tus actos. Y sobre todo, nadie te amarra con sus pensamientos.
Lo mejor es borrar toda historia personal, porque eso nos libera de la carga de los pensamientos ajenos.
…Tú tomas todo demasiado en serio. Te das dema- siada importancia. ¡Eso hay que cambiarlo! Eres tan importante que puedes marcharte así no más si las co- sas no salen a tu modo. Sin duda piensas que con eso demuestras tener carácter. ¡Eso es absurdo! ¡Eres débil y arrogante!
La arrogancia es otra cosa que hay que dejar, lo mismo que la historia personal.
¿Cómo puede uno darse tanta importancia sa- biendo que la muerte nos está acechando?
…Cuando estés impaciente lo que debes hacer es voltear a la izquierda y pedir consejo a tu muerte. Una inmensa cantidad de mezquindades se pierde con sólo que tu muerte te haga un gesto, o alcances a echarle un vistazo, o nada más con que tengas la sensación de que tu compañera está allí vigilándote. La muerte es… la consejera sabia que tenemos. Cada vez que sientas, como siempre lo haces, que todo te está saliendo mal y que estás a punto de ser aniquilado, vuélvete hacia tu muerte y pregúntale ¿si es cierto? Tu muerte te dirá que te equivocas; que nada importa en realidad más que su toque. Tienes que pedir consejo a la muerte y dejar la maldita mezquindad de los hombres que viven sus vidas como si la muerte nunca los fuera a tocar.
…Cuando un hombre decide hacer algo, debe ir hasta el fin. Pero debe aceptar responsabilidad por lo que hace. Haga lo que haga, primero debe saber por qué lo hace, y luego seguir adelante con sus acciones sin tener dudas ni remordimientos acerca de ellas.
Mírame a mí. Yo no tengo duda ni remordimiento. Todo lo que hago es mi decisión y mi responsabilidad.
La muerte me acecha, por eso, no tengo lugar para du- das ni remordimientos. Si tengo que morir como resul- tado de sacarte a caminar, entonces debo morir.
Hacernos responsables de nuestras decisiones sig- nifica estar dispuestos a morir por éstas.
No importa cuál sea la decisión. Nada podría ser más ni menos serio que ninguna otra cosa. ¿No ves? En un mundo donde la muerte es el cazador no hay deci- siones grandes ni pequeñas. Sólo hay decisiones que hacemos a la vista de nuestra muerte inevitable.
El guerrero asume responsabilidad por sus accio- nes, por sus acciones más triviales.
El mundo de actos y decisiones precisas es infini- tamente más efectivo que la torpe idiotez que tú llamas
«mi vida».
Mi interés ha sido convencerte de que debes hacer- te responsable por estar aquí, en este maravilloso mundo, en este maravilloso desierto, en este maravillo- so tiempo. Quise convencerte de que debes aprender a hacer que cada acto cuente, pues vas a estar aquí sólo un rato corto, de hecho, muy corto para presenciar to- das las maravillas que existen.
Hay una cosa sencilla que anda mal contigo: tú crees que tienes mucho tiempo, crees que tu vida va a durar para siempre.
Si no crees que tu vida va a durar para siempre,
¿qué cosa esperas? ¿Por qué titubeas en cambiar? ¡No tienes tiempo para este juego, idiota! Esto, lo que estás haciendo ahora, puede ser tu último acto sobre la tie- rra. Puede muy bien ser tu última batalla. Si ésta fuera
tu última batalla sobre la tierra, yo diría que eres un idiota. Estas desperdiciando en una tontería tu acto so- bre la tierra. No tienes tiempo, amigo mío, no tienes tiempo. Ninguno de nosotros tiene tiempo. No me des la razón por las puras. En vez de estar de acuerdo tan fácilmente, debes actuar.
La felicidad es actuar con el conocimiento pleno de que no hay tiempo; así, los actos tienen un poder pecu- liar. Los actos son poder sobre todo cuando la persona que actúa sabe que esos actos son su última batalla.
Hay una extraña felicidad ardiente en actuar con el pleno conocimiento de que lo que uno está haciendo puede muy bien ser su último acto sobre la tierra. Te recomiendo meditar en tu vida y contemplar tus actos bajo esa luz. ¡No tienes tiempo, amigo mío! Ésa es la desgracia de los seres humanos. Ninguno de nosotros tiene tiempo suficiente. Tu continuidad sólo te hace tímido. Tus actos no pueden de ninguna manera tener el gusto, el poder, la fuerza irresistible de los actos rea- lizados por un hombre que sabe que está librando su última batalla sobre la tierra. En otras palabras, tu con- tinuidad no te hace feliz ni poderoso. Pon tu atención en el lazo que te une con tu muerte, sin remordimiento ni tristeza ni preocupación. Pon tu atención en el hecho de que no tienes tiempo, y deja que tus actos fluyan de acuerdo con eso. Que cada uno de tus actos sea tu últi- ma batalla sobre la tierra. Sólo bajo tales condiciones tendrán tus actos el poder que les corresponde. En otro modo serán, mientras vivas, los actos de un hombre tímido.
…Debes aprender a hacerte accesible al Poder7.
…Cualquier guerrero podría llegar a ser hombre de conocimiento. Como ya te dije, un guerrero es un caza- dor impecable que caza Poder. Si logra cazar, puede llegar a ser un hombre de conocimiento.
Un guerrero, guiado por su empeño inflexible, puede alejar cualquier cosa. Ninguna rata, ni serpiente, ni puma podría molestarlo.
La pena a si mismo no encaja con el poder.
A un guerrero puede ser hecho daño físico, pero no ofensa. Para un guerrero no hay nada ofensivo en los actos de sus semejantes mientras él mismo esté ac- tuando dentro del ánimo correcto.
La otra noche, no te ofendiste con el león. El hecho de que nos persiguió no te hizo enojar. No te oí malde- cirlo, ni te oí decir que no tuviera derecho a seguirnos. Fácilmente podría haber sido un león cruel y malicio- so.
Lograr el ánimo de un guerrero no es la cosa senci- lla. Considerar iguales al puma y a las ratas de agua y a nuestros semejantes es un acto magnífico del espíritu del guerrero. Se necesita poder para eso.
Vas en busca de Poder y todo cuanto haces cuenta. Soy tan joven como quiero. Esto también es cosa de
poder personal. Si vas juntando poder en tu cuerpo, el
puede realizar hazañas increíbles. En cambio, si disi-
pas el poder, te pones viejo y gordo de la noche a la mañana.
7 En este contexto, a Dios.
Hay mundos dentro de mundos, aquí mismo frente a nosotros.
La muerte siempre está esperando, y cuando el po- der del guerrero mengua, la muerte simplemente lo to- ca. Por eso, aventurarse a lo desconocido sin ningún poder es estúpido. Sólo se encuentra la muerte.
El mundo es un misterio. Esto, lo que estás miran- do, no es todo lo que hay. El mundo tiene muchas más cosas, tantas que es inacabable. Cuando estás buscando la respuesta, lo único que haces en realidad es tratar de volver familiar el mundo. Tú y yo estamos aquí mismo, en el mundo que llamas real, simplemente porque los dos lo conocemos. Tú no conoces el mundo del Poder, por eso no puedes convertirlo en una escena familiar.
Un guerrero es un cazador de poder. Yo te estoy enseñando a cazarlo y guardarlo.
El poder no pertenece a nadie. Algunos de nosotros podemos guardarlo, y luego se le podría dar directa- mente a otra persona. Verás, la clave del poder así guardado es que sólo puede usarse para ayudar a al- guien más a guardar poder… Pero cuando se trata de darlo directamente a otra persona, está inútil a menos que esa persona lo utilizara para su propia búsqueda de poder personal.
Un guerrero vive su vida estratégicamente. Sólo asiste a una fiesta o a una reunión así, en caso de que su estrategia lo pida. Eso significa, desde luego, que tiene dominio total y realiza todos los actos que consi- dera necesarios.
…Nada se gana con violencia.
…Si quieres sobrevivir, debes ser claro como un cristal y estar completamente seguro de ti mismo.
Relatos de Poder
Un guerrero toma su suerte, sea la que sea, y la acepta con la máxima humildad. La humildad del gue- rrero no es la humildad del pordiosero. El guerrero no agacha la cabeza ante nadie, pero, al mismo tiempo, tampoco permite que nadie agache la cabeza ante él. En cambio, el pordiosero a la menor provocación pide piedad de rodillas y se echa al suelo a que lo pise cual- quiera a quien considera más encumbrado; pero al mismo tiempo, exige que alguien más bajo que él le haga lo mismo.
(Un hombre de conocimiento ve de modo que toma las medidas para evitar un peligro). Si algo hubiera, su ver se lo haría saber. Ahora bien, si hay algo que sea desde el fondo perjudicial para él, y su ver no lo alcan- za, entonces es su destino, y nadie puede evitar eso.
…El cuerpo tiene que ser perfecto antes de que la voluntad funcione como la unidad.
Somos seres luminosos y fluidos, hechos de fi- bras…
Podemos ver que la muerte está girando velozmen- te sobre el hombre, que le hunde las garras más y más en sus fibras luminosas. Podemos ver que las cuerdas luminosas pierden tensión y se desvanecen una a una.
…Cuando vengas, debes venir preparado a morir. Si vienes dispuesto a morir, no habrá caídas, ni sorpre- sas desagradables, ni acciones innecesarias.
El camino del guerrero es la armonía entre las deci- siones y las acciones.
Cuando un hombre común esté listo, el Poder le proporciona un maestro.
Un guerrero aprende a entonar su voluntad, a diri- girla a un punto directo, a enfocarla donde quiere. Es como si su voluntad, que sale de la parte media de su cuerpo, fuera una sola fibra luminosa, una fibra que él puede dirigir a cualquier sitio concebible. Esa fibra es el camino al nagual8.
…No te concentres en los hechos pasados. Pode- mos tocarlos, pero sólo como referencia.
…La confianza de un guerrero no es la confianza del hombre común. El hombre común busca la certeza en los ojos del espectador y llama a eso confianza en sí mismo. El guerrero busca la impecabilidad en sus pro- pios ojos y llama a eso humildad. El hombre común está enganchado a sus prójimos, mientras que el gue- rrero sólo depende de sí mismo. Tú buscas la confianza del hombre común, cuando deberías buscar la humil- dad del guerrero. Hay una gran diferencia entre las dos. La confianza de un guerrero implica saber algo con certeza; la humildad implica ser impecable en sus propios actos y sentimientos.
…Debes empujarte siempre más allá de tus límites. Actúa firmemente y sin reservas.
8 A los mundos no materiales. Otros significados de este térmi-
no son: la conciencia desarrollada y capaz de actuar; también el líder del grupo quien posee tal conciencia.
¿Sabes que en este mismo instante estás rodeado por la eternidad? ¿Y sabes que puedes usar esa eterni- dad, si así lo deseas? ¿Sabes que puedes extenderte hasta el infinito? ¿Sabes que un momento puede con- vertirse en la eternidad? Esto no es una adivinanza; es un hecho, pero sólo si te montas ese momento y lo usas para llevar la totalidad de ti mismo hasta el infinito, en cualquier dirección.
No tienes suficiente poder personal para utilizar mi revelación. Pero si lo tuvieras, sólo mis palabras se- rían el medio para que acorralaras toda tu totalidad, y sacaras la parte que manda, de estos límites que la con- tienen.
…Somos seres luminosos. Y para un ser luminoso lo único que importa es el poder personal.
Cambiar nuestra idea del mundo es la clave de la brujería9. Y la única manera de lograrlo es parar el diá- logo interno. El asunto, por supuesto, es que ese cam- bio no puede ser hecho violentamente.
Un guerrero toma su suerte, sea la que sea, y la acepta con la máxima humildad. Se acepta con humil- dad así como es, no como base para lamentarse, sino como base para su lucha y su desafío.
…Cualquier pensamiento que uno lleva en mente en un estado de silencio es propiamente una orden, pues no hay otros pensamientos que compitan con él.
…El mundo no se nos viene encima directamente;
la descripción del mundo siempre está en el medio.
9 Don Juan llamó trabajo con la conciencia en las etapas del
buddhi yoga con la palabra «brujería».
…Un guerrero está en las manos del Poder y su única libertad es elegir una vida impecable.
Un guerrero siempre está listo. Ser guerrero no es el simple asunto de no más querer serlo. Es más bien una lucha interminable que seguirá hasta el último instante de nuestras vidas. Nadie nace guerrero, exac- tamente igual que nadie nace siendo un ser razonable. Nosotros nos hacemos lo uno o lo otro.
No hay fallas en el camino del guerrero. Síguelo y nadie podrá criticar tus actos.
El cuerpo tiene que ser perfecto antes de que la vo- luntad se volviera la unidad activa.
…La clave de la brujería es el diálogo interno. Ésa es la llave que abre todo. Cuando un guerrero aprende a pararlo, todo se hace posible. Los planes más desca- bellados se logran.
(Pero) mientras pienses que eres un cuerpo sólido, no podrás concebir de qué cosa hablo.
Somos conciencias; no somos objetos; no tenemos solidez. No tenemos límites. El mundo de los objetos y la solidez es una manera de hacer nuestro paso por la tierra más conveniente. Es sólo una descripción creada para ayudarnos. …Nuestra razón, olvida que la des- cripción es solamente una descripción y así atrapamos la totalidad de nosotros mismos en un círculo vicioso del que rara vez salimos en la vida.
…Tú asombrarías como magnífico uno puede ac- tuar cuando tiene la espalda contra el paredón.
Sólo como guerrero puede uno soportar el camino del conocimiento. Un guerrero no puede quejarse ni
lamentar nada. Su vida es un desafío interminable, y no hay modo de que los desafíos sean buenos o malos. Los desafíos son simplemente desafíos. La diferencia básica entre un hombre común y un guerrero es que un guerrero toma todo como un desafío, mientras un hombre ordinario toma todo como bendición o maldi- ción.
Un guerrero debe ser fluido y debe desplazarse en armonía con el mundo que lo rodea, ya sea el mundo de la razón o el mundo de la voluntad.
Si no se tiene en cuenta a la muerte, todo es ordina- rio, trivial. Sólo porque la muerte nos anda al acecho el mundo es un misterio sin principio ni fin.
No sólo debes estar dispuesto a emprender el ca- mino del conocimiento, sino que tus esfuerzos, por sí mismos, deben ser bastante impecables para hacerte digno de tal conocimiento.
…Si estás descuidado con tu tonal10, la vida puede ser tan despiadada contigo.
La triste verdad es que todos nosotros hemos aprendido a la perfección como debilitar a nuestro to- nal.
Para cumplir la tarea de hacer ti mismo miserable, tú deberías trabajar de un modo intenso. El absurdo más grande es que tú no has entendido que podrías trabajar de mismo modo para hacerte fuerte y total.
10 «Tonal» significa el cuerpo más «manas». Otro significado de
este término es: el mundo de la materia densa.
El tonal empieza al nacer y termina al morir, pero el nagual nunca terminará. El nagual no tiene límites. El nagual es donde mora el Poder.
«La creatividad es esto», dijo al poner la mano, con la palma ahuecada, al nivel de mis ojos. Me necesitaba un tiempo increíblemente largo en enfocar los ojos en su mano. Sentí que una membrana transparente suje- taba todo mi cuerpo en una posición fija, y que tenía que romperla para posar la vista en aquella mano. Me esforcé hasta que gotas de sudor fluyeron a mis ojos. Por fin, oí o sentí un chasquido, y mis ojos y mi cabeza se libraron de golpe. En la diestra de Don Juan había el roedor más curioso que yo hubiese visto. «¡Tócalo!», dijo Don Juan con suavidad. Maquinalmente lo obede- cí y pasé un dedo sobre el lomo suave. Don Juan acercó más su mano a mis ojos, y entonces noté algo que me produjo espasmos nerviosos. La ardilla tenía anteojos y dientes muy grandes. El roedor empezó a crecer en la palma de Don Juan, se hizo tan enorme que desapare- ció…
…Uno de los actos de un guerrero es no dejar que nunca lo afecte nada malo. El control del guerrero tiene que ser impecable.
Te queda muy poco tiempo, y ninguno para idiote- ces. ¡Espléndido estado! Yo diría que lo mejor de noso- tros siempre sale a flote cuando estamos de espaldas contra la pared, cuando sentimos que la espada se cier- ne sobre nuestra cabeza. En lo personal, yo prefiero ese estado y no viviría de ningún otro modo.
…Durante todo este tiempo que llevo de conocerte, he hablado tanto a tu tonal como a tu nagual. Ésa es la
forma de conducir la instrucción. Al comienzo, uno tiene que hablar al tonal. El tonal es el que debe ceder el control. Pero hay que hacerlo que lo ceda con ale- gría. En otras palabras, se hace que el tonal abandone cosas innecesarias como el sentirse importante y el en- tregarse al vicio, las cuales sólo lo hunden en el desor- den. Todo el problema es que el tonal se aferra a esas cosas cuando debería dar las gracias por librarse de esa porquería. La tarea es entonces convencer al tonal de que se haga libre y fluido. Es lo que un brujo necesita antes que cualquier otra cosa: un tonal fuerte y libre.
A causa de su debilidad nata, el tonal se destruye con facilidad, y así una de las artes del guerrero es hacer que el nagual emerja para apuntalar al tonal. Di- go que es un arte, porque los brujos saben que a través de reforzar el tonal puede emerger el nagual. Ese se llama lograr poder personal.
Cuando estés en el mundo del tonal, deberías ser un tonal impecable. ¡Ahí no hay tiempo para porquerí- as irracionales! Pero cuando estés en el mundo del na- gual, también deberías ser impecable. ¡Ahí no hay tiempo para porquerías racionales! Para el guerrero, la intención es la puerta de en medio. Se cierra por com- pleto detrás de él cuando va o cuando viene.
Si hay demasiados objetos innecesarios en tu isla de tonal, no podrás sostener el encuentro con el nagual. Podrías morirte. Nadie es capaz de sobrevivir un en- cuentro voluntario con el nagual, sin una larga prepa- ración. Lleva años preparar al tonal para tal encuentro. Al guerrero se le debe enseñar a ser impecable y a estar
totalmente transparente antes de que pueda aún si- quiera concebir el encuentro con el nagual.
Un guerrero pasa años barriendo su isla hasta el momento en que puede, por así decirlo, escaparse de ella.
Para el nagual no existe ni tierra, ni aire, ni agua. Así pues el nagual se desliza, o vuela, o hace lo que hace en la hora del nagual, que nada tiene que ver con la hora del tonal. Las dos cosas no casan.
…El guerrero es, por decirlo así, un prisionero del Poder. Un prisionero que puede hacer una decisión li- bre: la decisión de actuar como un guerrero impecable, o actuar como un asno. A fin de cuentas, quizás el gue- rrero no sea un prisionero, sino un esclavo del Poder, porque la decisión ya no es una decisión para él.
Un guerrero no puede sentirse desamparado ni desconcertado ni asustado, bajo ninguna circunstancia. Para un guerrero, sólo hay tiempo para su impecabili- dad; todo lo demás agota su poder, la impecabilidad lo renueva.
La impecabilidad es hacer lo mejor que puedes en todo lo que haces.
Cuando te sientes y actúas como un ser inmortal que tiene todo el tiempo del mundo, no eres impe- cable; en esos momentos debes volverte, mirar alre- dedor tuyo, y entonces te darás cuenta de que tu senti- miento de tener tiempo es una idiotez.
¡No hay futuro! El futuro no es más que una mane- ra de hablar. Para un brujo sólo existe aquí y ahora.
Ahora debes detenerte, volver la vista y reconside- rar tus pasos. Los brujos dicen que éste es el único mo- do de consolidar lo ganado.
Todo cuanto te he hecho o he hecho contigo ha si- do a fin de cumplir una sola tarea, la tarea de limpiar y reordenar tu isla del tonal. Ése es mi trabajo como tú maestro. (Otra tarea) es darte demostraciones innega- bles del nagual y enseñarte como llegar a él.
Te he dicho incontables veces que necesitabas un cambio drástico si querías triunfar en el camino del conocimiento. Este cambio no es un cambio de ánimo, o de actitud, o de lo que uno espera en la vida. Ese cambio implica la transformación de la isla del tonal.
Los años de duro entrenamiento son sólo una pre- paración para el devastador encuentro del guerrero con lo que fuera que está ahí, más allá de este punto.
Ya no te queda más tiempo, y sin embargo te rodea la eternidad. ¡Qué paradoja para tu razón!
El Poder nos da de acuerdo con nuestra impecabi- lidad.
…Después de detener el diálogo interno del discí- pulo, surge un momento inevitable. El aprendiz em- pieza a tener dudas de todo su aprendizaje. Hasta el discípulo más ferviente sufren en ese punto una grave pérdida de interés.
En la vida del guerrero hay sólo un asunto que en realidad no está decidido: qué tan lejos puede uno avanzar en el sendero del conocimiento y el poder. Ése es un asunto abierto y nadie puede predecir el resulta- do.
La libertad que un guerrero tiene, es o actuar impe- cablemente, o actuar como un imbécil.
Ustedes ya han aprendido que la posibilidad de un guerrero está en el ser humilde y eficiente. Ya han aprendido a actuar sin esperar ni pedir nada a cambio. Ahora les digo que, para soportar lo que les aguarda más allá de este día, necesitarán ustedes contenerse hasta lo último.
…El destino de todos nosotros los que estamos aquí ha sido saber que somos prisioneros del Poder.
¡Qué buena suerte!
La vida de un guerrero no puede en modo alguno ser fría y solitaria y sin sentimientos, porque se basa en su afecto, su devoción, su dedicación a su ser amado… La Tierra sabe que él la ama y por eso lo cuida. Por eso, la vida del guerrero está llena hasta el borde y su esta- do, dondequiera que él se encuentre, siempre será la abundancia. El guerrero recorre los senderos de su amor… Esta Tierra… Solamente si uno ama a esta Tie- rra con pasión inflexible puede uno librarse de la tris- teza. Un guerrero siempre está alegre, porque su amor es inalterable y su ser amado, la Tierra, lo abraza y le regala cosas inconcebibles. La tristeza pertenece sólo a esos que odian al mismo ser que les da asilo. Este Ser hermoso, que está vivo hasta sus últimos resquicios y comprende cada sentimiento, me dio cariño, me curó de mis dolores, y finalmente, cuando entendí todo mi cariño por él, me enseñó lo que es la libertad. Solamen- te amando a este ser espléndido se puede dar libertad al espíritu del guerrero; y la libertad es alegría, eficien- cia, y abandono frente a cualquier embate del destino.
El Segundo Anillo de Poder
La singularidad de los seres humanos es que les encanta que se les diga lo que deben hacer, pero les gusta mucho más resistirse a hacerlo, de modo que lle- gan a aborrecer a quien los ha aconsejado.
…El poder personal de un guerrero depende de su impecabilidad. La impecabilidad consiste, incluso, en sus esfuerzos por cambiarse: asustar a la «forma humana»11 y deshacerse de ésta. Al cabo de años de impecabilidad llegará un momento en que la «forma» no soporte más y parta.
Es posible llegar a acechar sus propias debilidades del mismo modo en que se acecha una presa. Estudias tus costumbres hasta conocer todas las manifestaciones de tus debilidades.
La tristeza de la despedida y además son los senti- mientos con cuales la «forma humana» se alimenta.
La lucha se libra directamente aquí, en este pecho. Hay que dedicar todo el tiempo y toda la energía para poder superar la propia estupidez.
Los brujos tienen dos ciclos. El primero es cuando ellos son seres humanos… A cada uno de nosotros ha sido asignada una tarea; esta tarea nos hace dejar la
«forma humana». El segundo ciclo llega cuando el bru- jo ya no es ser humano.
11 Complejo de los patrones de pensamiento, comportamiento y
reacciones emocionales el que impide dominar lo nuevo.
Es necesito explicar escrupulosamente cuando el brujo enseña algo relativo al tonal. Cuando el brujo trata con el nagual, él debe dar la instrucción que debe revelar el misterio al guerrero. Y es todo que él debe hacer. El guerrero que recibe los misterios debe forta- lecer el conocimiento como el poder… El tonal y el na- gual son dos mundos diferentes. En uno tú hablas, en el otro actúas.
…La cosa más difícil en el mundo para un guerrero es dejar a los demás vivir como ellos quieren.
…El poder sólo llega tras haber aceptado nuestros destinos sin reproches.
…Cuando no se tiene nada que perder, se adquiere coraje. Somos temerosos únicamente en la medida que tengamos algo a que aferrarnos.
Un guerrero no busca nada que le consuele.
…¿Tú crees que tu afecto inútil es tan valioso que te detiene de entrar en ese mundo?
…El arte de un brujo consiste en pasar desaperci- bido aun en medio de la multitud. Él me había pedido que me concentrase en tratar de no ser evidente.
…El único medio que contiene nuestra desespera- ción es la conciencia de la muerte; es la clave para el esquema de la existencia que tiene brujo. La conciencia de su muerte es la única cosa que puede danos las fuerzas necesarias para resistir la presión y el dolor de la vida y el temor a lo desconocido. Yo tengo que tomar una resolución para hacer este conocimiento testigo de mis actos.
…Sobre todo, el arte de los brujos consiste en no malgastar su poder.
Los brujos deben observar su tonal desde cierta distancia, para captar de un modo mejor lo que en rea- lidad les rodea.
Un brujo no tiene de la mano a otro brujo. Cada uno de nosotros es muy capaz.
El Don del Águila
Uno no debe tener nada para defender, ni siquiera su propia persona. La propia persona debe ser protegi- da, pero no defendida. Manifestando arrogancia hacia ellos, tú no estabas protegido, sino que simplemente estabas defendiéndote.
Ya me di al Poder que a mi destino rige. No me agarro ya de nada, para así no tener nada que defender.
La recomendación para los guerreros es no tener nada material en lo que enfocar su poder, sino enfocar- lo más bien hacia el espíritu, en el verdadero vuelo a lo desconocido.
Tus impulsos de poseer y aferrarte a las cosas no son únicas. (Pero) todo aquel que quiere seguir el ca- mino del guerrero, el sendero del brujo, tiene que qui- tarse de encima esa manía.
Un guerrero es alguien que busca la libertad. La tristeza no es libertad. Tenemos que quitárnosla de en- cima.
Estar bajo sitio implica que uno tiene posesiones personales para defender. Un guerrero no tiene nada
en el mundo salvo su impecabilidad, y la impecabili- dad no puede ser sitiada.
…Ciertos lugares de poder son agujeros en este mundo. Si no tienes forma, puedes pasar a través de tal agujero a lo desconocido, al otro mundo.
El Fuego Interno
La importancia personal es nuestro mayor enemi- go. Piénsalo, aquello que nos debilita es sentirnos ofendidos por los hechos y malhechos de nuestros se- mejantes. Nuestra importancia personal requiere que pasemos la mayor parte de nuestras vidas ofendidos por alguien. Sin importancia personal somos invulne- rables.
La impecabilidad no es otra cosa que el uso ade- cuado de la energía. Para poder entender esto, tú tienes que haber ahorrado suficiente energía. Los guerreros hacen inventarios estratégicos, hacen listas de sus acti- vidades. Luego deciden cuáles de ellos pueden cam- biarse para crear intensificación de su energía. El in- ventario estratégico sólo abarca patrones de compor- tamiento que no son esenciales para nuestra supervi- vencia y bienestar. La importancia personal figura co- mo la actividad que consume la mayor cantidad de energía. Las acciones de recanalizar energía llevan a la impecabilidad.
Sabemos que nada puede templar mejor el espíritu de un guerrero como el tratar con las personas insopor- tables en posiciones del poder. Solo bajo esas circuns- tancias los guerreros pueden adquirir la sobriedad y la serenidad necesarias para resistir.
La paciencia es esperar impasiblemente. No hay prisa, ni angustia, hay sólo mantenimiento de lo que se debe.
El grado de conciencia de cada ser individual de- pende del grado en que este ser permite a las emana- ciones en Grande llevar a él.
La tercera atención12 se alcanza así, cuando el res- plandor de la conciencia se convierte en el Fuego Inter- ior; un fuego que no enciende sólo una banda a la vez, sino que enciende a todas las emanaciones… en el in- terior del capullo del hombre.
Los videntes que premeditadamente alcanzan la conciencia total son algo digno de verse. Ese es el mo- mento en el que arden por dentro. El Fuego Interior los consume. Y en plena conciencia se funden con las emanaciones en Grande, y se expanden en la Eternidad.
Los guerreros se preparan para tener conciencia, y la conciencia total sólo les llega cuando ya no queda en ellos nada de importancia personal. Sólo cuando son nada se convierten en todo.
El resplandor de la conciencia aumenta de tamaño e intensidad conforme las emanaciones interiores del capullo se alinean con las emanaciones en Grande.
12 La percepción del Creador.
La llave que lo abre todo es el conocimiento de que la Tierra es un ser consciente, y que como tal puede darles a los guerreros un tremendo levantón; es decir, un impulso proveniente de la Conciencia de la Tierra, en el instante en el que las emanaciones interiores del capullo del guerrero se alinean con las emanaciones apropiadas del interior del capullo de la Tierra. Puesto que tanto la Tierra como el hombre son seres conscien- tes, sus emanaciones coinciden, o más bien, la Tierra contiene todas las emanaciones presentes en el hom- bre, o para el caso, todas las emanaciones presentes en todos los seres vivientes, orgánicos o inorgánicos.
Cuando el punto de encaje del hombre se mueve más allá de cierto límite crucial, los resultados son siempre los mismos para todos los hombres. Las técni- cas para moverlo pueden ser tan diferentes como sea posible, pero los resultados son siempre los mismos: el punto de encaje alinea otros mundos ayudado por el levantón de la Tierra. La velocidad de ese levantón di- suelve todo en ti. Bajo su impacto nos convertimos en nada. Esa velocidad excesiva y el sentido de la existen- cia individual no van de la mano.
Genaro estaba como a unos dos metros de mí. De pronto, su forma se volvió difusa y en un instante des- apareció, como un soplo de aire. «Genaro está separado de nosotros por la fuerza de la percepción», dijo don Juan tranquilamente. «Cuando el punto de encaje jun- ta un mundo, ese mundo es total. La conciencia de la Tierra puede darnos un levantón para alinear otras grandes bandas de emanaciones, y la fuerza de ese nuevo alineamiento hace desaparecer al mundo que conocemos. Este mundo desaparece como un soplo de
aire cuando un nuevo alineamiento total nos hace per- cibir otro mundo total».
…Los guerreros viven con la muerte al lado, y de saber que la muerte está con ellos extraen el valor para enfrentar cualquier cosa.
(Los cinco atributos del guerrero son): control, dis- ciplina, paciencia, la habilidad de escoger el momento oportuno y voluntad. Estos cinco elementos pertenecen al mundo privado del guerrero que lucha por perder su importancia personal. El sexto elemento, que es quizás el más importante de todos, pertenece al mundo exte- rior y se llama el pinche tirano. Un pinche tirano es un torturador. Alguien que tiene el poder de acabar con los guerreros, o alguien que simplemente les hace la vida imposible.
Cuatro (primeros) atributos es todo lo que se nece- sita para tratar con los peores pinches tiranos. Mi bene- factor siempre decía que el guerrero que se topa con un pinche tirano es un guerrero afortunado. Sabemos que nada puede templar mejor el espíritu de un guerrero como el tratar con las personas insoportables en posi- ciones de poder.
El ingrediente perfecto para producir un soberbio vidente es un pinche tirano con prerrogativas ilimita- das.
Los videntes, al entender la naturaleza del hombre, llegaron a la conclusión indisputable de que si uno se las puede ver con los pinches tiranos, uno ciertamente puede enfrentarse a lo desconocido sin peligro, y luego incluso, uno puede sobrevivir a la presencia de lo que no se puede conocer. La reacción del hombre común y
corriente es pensar que debería invertirse ese orden. Pero no es así. Aunque, un vidente que se puede en- frentar a lo desconocido puede, por cierto, hacer cara a cualquier pinche tirano. Le dije que, en mi opinión, los tiranos convierten a sus víctimas en seres indefensos o en seres tan brutales como los tiranos mismos. Él me paró: «Tú hablas de víctimas, no de guerreros».
(Mi pinche tirano) es nada en comparación con los verdaderos monstruos que los nuevos videntes enfren- taron durante la Colonia. Todo parece indicar que aquellos videntes se quedaron bizcos de tanta diver- sión. Probaron que hasta los peores pinches tiranos son un encanto, claro esta, siempre y cuando uno sea gue- rrero.
El error de cualquier persona que se enfrenta a un pinche tirano es la ausencia de una estrategia de retira- da. El defecto fatal es que hombres ordinarios toman sí mismos demasiado en serio. Sus sentimientos y accio- nes, así como de los pinches tiranos, son muy impor- tantes para ellos. Los guerreros por otra parte, no solo tienen una estrategia bien pensada, sino que están también libres de la importancia personal. Lo que aca- ba con su importancia personal es haber comprendido que la realidad es una interpretación que hacemos. Ese conocimiento es su ventaja definitiva.
Él estaba convencido de que podía derrotar al capa- taz usando solamente la convicción de que los pinches tiranos se toman mortalmente en serio, mientras que los guerreros no.
Yo estaba preparadísimo para tratar con él; tenía yo control y disciplina, paciencia y la habilidad de escoger
el momento oportuno. Mi control me hizo cumplir con las más absurdas necedades del tipo. Lo que general- mente nos agota en una situación como ésa es el dete- rioro que sufre nuestra importancia personal. Cual- quier hombre que tiene una pizca de orgullo se despe- daza por el sentimiento de su nulidad. Yo, en cambio, con gusto hacía todo lo que el capataz me pedía. Yo es- taba feliz y lleno de fuerza. Y no me importaban un comino mi orgullo o mi terror. Yo estaba ahí como gue- rrero impecable. El afinar el espíritu cuando alguien te pisotea se llama control.
La estrategia de mi benefactor requería de que en lugar de sentir compasión por mí mismo, como lo había hecho antes, me dedicara de inmediato a explo- rar el carácter del capataz, sus debilidades, sus peculia- ridades. Los dos otros atributos del guerrero, que yo aún no tenia en aquel entonces, habían quedado auto- máticamente incluidos en la estrategia de mi benefac- tor.
La paciencia es esperar impasiblemente. No hay prisa, ni angustia, hay sólo mantenimiento de lo que se debe.
La habilidad de escoger el momento oportuno es una cualidad abstracta que pone en libertad todo lo que está retenido. Control, disciplina y refrenamiento son como un dique detrás del cual todo está estancado. La habilidad de escoger el momento oportuno es la compuerta del dique.
Ni una sola vez sentí compasión por mí mismo, ni lloré de impotencia. Sólo sentí regocijo y serenidad. Ni una sola vez yo desearía muerte de este hombre.
Paciencia significa retener en si mismo algo lo que, el guerrero sabe, debe cumplirse justamente. No signi- fica que el guerrero ande por ahí pensando en hacer mal a alguien, o planeando cómo vengarse y saldar cuentas. Cuando el guerrero ya tiene control, disciplina y la habilidad de escoger el momento oportuno, enton- ces la paciencia significa esperar lo que debe pasar con el que lo haya merecido.
Los nuevos videntes usaban a los pinches tiranos no sólo para deshacerse de su importancia personal, sino también para lograr la muy sofisticada maniobra de desplazarse fuera de este mundo. El ser derrotado… no es mortal sino devastador. Los guerreros que su- cumben ante un repinche tirano son arrasados por su propio sentido de fracaso. El enojarse y actuar sin con- trol o disciplina es estar derrotado.
No sientas lástima por los pobres indios yaquis. Piensa en toda la humanidad. En el caso de los indios yaquis, incluso puedo decir que son los afortunados. Están oprimidos, pero al final, algunos de ellos hasta pueden salir triunfando. Los opresores son otra histo- ria, los pinches tiranos que los aplastan, no tienen es- peranza alguna.
…Nuestra familiaridad con el mundo que percibi- mos es lo que nos fuerza a creer que estamos rodeados de objetos, objetos que existen por sí mismos y como sí mismos, tal como los percibimos. Pero en realidad no hay mundo de los objetos, hay el universo de las ema- naciones.
Hay muchísimos imbéciles que se convierten en videntes, los videntes llenos de debilidades, o más
bien, seres humanos llenos de debilidades que fueron capaces de volverse videntes.
Nuestros defectos permanecen con nosotros aún después de convertirnos en videntes.
…(Aliados no pueden matarnos) directamente, pe- ro seguro pueden matarnos de un susto… A los aliados los atraen las emociones. El terror básico es lo que más los atrae; libera el tipo de energía más conveniente pa- ra ellos. El terror básico unifica las emanaciones en su interior. El terror animal es lo que los aliados disfrutan por encima de todo.
…Ciertas áreas geográficas no sólo ayudan a ese precario movimiento del punto del encaje, sino que también seleccionan direcciones específicas para dicho movimiento.
El trabajo de realinear todas emanaciones prepara el camino para la peculiar maniobra de encender todas las emanaciones interiores del capullo. Ya he logrado de encender todas las emanaciones interiores de mi ca- pullo y podemos retirarnos en cualquier tiempo.
…Cualquier guerrero puede tener éxito con la gen- te siempre y cuando mueva su punto de encaje a una posición en la que no tiene ninguna importancia si la gente lo quiere o no lo quiere o si lo ignoran.
La posición del punto de encaje dicta como nos comportamos y como nos sentimos.
Cuando los videntes mueven sus puntos de encaje no encuentran una ilusión, encuentran otro mundo; ese mundo nuevo es tan real como el que ahora contem- plamos.
En el curso del entrenamiento el punto de encaje se mueve a tantos sitios como sea posible.
La única fuerza que puede cancelar temporalmente al alineamiento es el intento. Tendrás que cancelar el alineamiento que te mantiene percibiendo el mundo cotidiano. Si usas el intento e intentas una nueva posi- ción para tu punto de encaje, y luego intentas que se fije allí durante suficiente tiempo, juntarás otro mundo y escaparás de éste.
La solución no consiste en escoger un mundo al- ternativo en el cual morir, sino en elegir la conciencia total, la libertad total.
Juntar otros mundos no es sólo cuestión de prác- tica, sino también cuestión de intento. Y tampoco es meramente un ejercicio de andar rebotando de esos mundos, como si lo jalaran a uno con una liga. Mira, un vidente tiene que ser osado. Una vez que rompe la barrera de la percepción, no tiene que regresar al mis- mo lugar de donde partió en el mundo…
Después de todo, somos un punto de encaje fijo en cierta posición.
Él afirmó que el entrar en la tercera atención es un don, que se parece a un premio por un logro extraordi- nario.
El Conocimiento Silencioso
Existe vínculo de conexión entre el brujo y el Po- der. A fin de revivir este vínculo, los brujos necesitan un propósito extremadamente fiero y riguroso, un es- tado especial de la mente llamado intento inflexible. El
nagual es el único ser que capaz de abastecer con in- tento inflexible.
La guerra para el brujo es la lucha total contra ese
«yo» individual que ha privado al hombre de su poder.
Sólo los brujos pueden inyectar movimiento a esas masas de luminosidad estática. En una milésima de se- gundo, pueden mover sus puntos de encaje a cualquier lugar de la masa luminosa… Ese movimiento y la velo- cidad con la cual lo realizan, entrañan una instantánea percepción de otro mundo. O pueden mover sus pun- tos de encaje, de un solo tirón, a través de toda su lu- minosidad, creando una fuerza tan intensa que en- ciende toda su luminosidad. Dijo que, si se nos venía encima el jaguar, en ese preciso momento, él podría anular el efecto normal de una muerte violenta. Utili- zando la velocidad con que se movía su punto de enca- je, él podría o bien cambiar de mundo o quemarse desde adentro en una fracción de segundo.
La brujería es un estado de conciencia. Absolutamente todo que existe en el cosmos esta
enlazado, ligado al intento de Dios por los vínculos de
conexión13. El total interés de los brujos es delinear, entender y utilizar tal vínculo, especialmente limpiarlo de los efectos nocivos de las preocupaciones de la vida cotidiana. A este nivel, la brujería podía definirse co- mo el proceso de limpiar el vínculo que conecta el gue- rrero con el intento de Dios.
13 Éstas son estructuras que conectan cada conciencia humana
encarnada con el Creador. Krishna y el apóstol Pablo llamaron estas estructuras «raíces», los taoístas chinos las llamaron «los ta- llos de las flores doradas».
El objetivo final de los brujos es alcanzar un estado de conciencia total… Este estado de conciencia implica asimismo, una forma alternativa de morir.
Los naguales son intermediarios. Su energía les permite transmitir la paz, la armonía, la risa y el cono- cimiento directamente de la Fuente a sus compañeros de viaje.
Los Comentarios
de Carlos Castaneda14
La manera mejor de aprender, pienso yo, es poner a sí mismo en la situación cuando descubres que tú eres nada. Otras maneras son de orgullo de uno. Si no se- guimos esto, gastamos nuestras vidas, aclarando quién nos ama y quién no. (Pero debemos entender), que esto no tiene importancia.
Don Juan representaba el orgullo como un mons- truo con 3000 cabezas. No importa cuantas cabezas cor- tes, los miles de éstas permanecen. La tarea principal es no reaccionar. Si reaccionas, has perdido. No te ofen- des cuando un tigre te ataca; simplemente te apartas a un lado para permitirle pasar.
Sin los enemigos somos nada. Tener enemigos, vi- vir con el conocimiento de la calamidad, del infortunio es una de las formas de nuestra existencia. Tenemos que librarnos de esa forma, pero esto puede tomar
14 Del libro de D.C. Noel y de los apéndices de los libros cita-
dos anteriormente.
tiempo. Primero, uno tiene que convertirse en un lu- chador. Éste es nuestro primer nivel.
Mi libertad depende de mi existencia impecable; sólo así yo puedo cambiar mi destino y dejar este mundo completamente.
Ni tecnología, ni gobierno puede cambiar este mundo en suficiente grado para satisfacer las necesi- dades de las personas que entienden, al fin de cuentas, que van a morir. El nuevo misticismo declara que a la Iluminación debe darse la prioridad comparando con los proyectos de cambios sociales.
Para destruir la certeza que este mundo es tal como ustedes fueron enseñados, hay que aprender una nue- va descripción del mundo —la brujería— y después mantener lo viejo y lo nuevo juntos.
Los europeos tratan sus cuerpos como si éstos fue- sen los objetos. Los llenamos de alcohol, comida mala y ansiedad. Cuando algo desagradable pasa, creemos que el cuerpo fue atacado por los microbios. Don Juan no piensa de esta manera. Para él una enfermedad es la discordancia entre el hombre y el mundo.
Nos encontramos estrechamente relacionados con todo lo viviente. Algo cambia cada vez, cuando noso- tros dañamos la vida vegetal o animal intencionalmen- te.
Nos sentimos tan importantes y nos tomamos tan en serio que olvidamos que este mundo es un gran misterio que puede enseñarnos si nosotros lo escu- chamos.
Si no hay ninguna manera de saber si tengo un minuto más de mi vida, entonces debo vivir como si fuera mi último momento. Cada acto de un guerrero es su última batalla. Por consiguiente, hay que hacer todo impecablemente. Nada tiene que ser dejado inacabado. Esta idea era muy liberada para mí. Yo no tengo nin- gún asunto inacabado, nada se pospone y nada me liga. Yo hablo con usted aquí y nunca puedo volver a Los Ángeles. Pero esto sería de ninguna importancia, por- que yo tuve el cuidado sobre todo antes de venir aquí.
No se necesita mucha hombradía para hacer explo- tar algún edificio (en caso del terrorismo revoluciona- rio), pero para dejar de fumar o dejar de estar ansioso o dejar charlatanería interior, uno tiene que transformar- se a sí mismo. La reforma real empieza aquí. (Una vez) Don Juan me dijo: "Yo no puedo imaginar como… (este hombre) se preocupa por los cuerpos de otras personas, mientras no le gusta su propio cuerpo" (ese hombre fumó todo el tiempo).
La recomendación para los guerreros es no tener ninguna cosa material en la que su poder puede ser en- focado. Hay que enfocarlo en el Espíritu, en el verda- dero vuelo a lo desconocido.
(Habiendo perdido la «forma humana»), me sentí desapegado y no me sentí influencias de fuera. Ningu- na aversión abierta o disimulada a cualquiera se quedó en mí. Era un sentimiento de quedarse apartado, la habilidad de sumergirse en el momento y de pensar sólo sobre esta cosa nada más. Los actos de las perso- nas no tenían la influencia sobre mí, porque yo no te- nía ninguna expectativa. La calma extraña llegó a ser
un poder que guía en mi vida. Me sentí que, a pesar de todo, habría asido uno de los principios de la vida del guerrero: el desapego.
Don Juan dijo que el desapego no implica automá- ticamente la sabiduría.
Estamos examinando el arte del mando de la con- ciencia. Las verdades las que estamos examinando son los principios de este arte.
La primera verdad sobre la conciencia es que el mundo alrededor de nosotros realmente no es tal como pensamos en él. Nosotros pensamos que es un mundo de objetos, pero no lo es.
El significado de la existencia de todos los seres es el crecimiento de la conciencia.
Todos caen en el error de que ver se hace con los ojos.
Ver no es un acto de los ojos. Ver es la alineación. La alineación de emanaciones, realizada normalmente, es la percepción del mundo diario, pero la alineación de emanaciones, que nunca se usan ordinariamente, es ver. Cuando tal alineación tiene lugar, uno ve. Por con- siguiente, ver es el resultado de la alineación extraor- dinaria.
El truco de la conciencia es permitir unirse las emanaciones fijadas (externas) con las que están dentro de nosotros. Los videntes creen que si permitimos que esto pase, nos convirtiéramos en lo que nosotros real- mente somos: en fluidos, siempre en el movimiento, eternos.
domingo, 13 de septiembre de 2009
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